La Escuela de Derecho de la UCSH organizó la exhibición y posterior conversatorio de la película Machuca (2004), como actividad en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de estado de 1973 y como preámbulo a la séptima versión del Congreso Internacional de Derechos Humanos, del 16 y 17 de agosto próximos.

Para el conversatorio se invitó al actor Ariel Mateluna y al economista Roberto Castillo; uno fue el protagonista de Machuca, cinta que integra la selecta lista de películas chilenas más taquilleras (656.579 espectadores según IMDb); el otro, uno de los “verdaderos Machucas”, ex alumno del colegio Saint George.

“Me vine en bicicleta”, bromea el actor Ariel Mateluna al iniciar el diálogo ante estudiantes de la UCSH, haciendo alusión a una de las escenas icónicas de la cinta chilena. Mateluna protagonizó, hace casi 20 años, a Pedro Machuca, personaje que encarnaba a uno de los niños favorecidos con el programa de integración escolar promovido por el gobierno de la Unidad Popular.

Ariel no está sólo en el panel. Lo acompaña Roberto Castillo, economista y ex alumno del colegio Saint George (egresó en 1972), quien tras el golpe sufrió la tortura, la cárcel y el exilio. Hoy hace un ejercicio de memoria y entrega su testimonio a las nuevas generaciones.

Mateluna cuenta que fue su mamá quien lo inscribió en el casting que hizo la productora de Andrés Wood (director de la cinta), fue seleccionado de entre 1.200 niños para el papel de Machuca; que al principio no tenía onda con Matías Quer (Gonzalo Infante en la película, el niño “pituco”), pero que esas asperezas se limaron durante el rodaje. “Recuerdo que grabábamos en la toma de Peñalolén y cada mañana compartía parte del catering de desayuno con los cabros que vivían en la toma”, dice Ariel. En retribución, ellos le enseñaron a andar a caballo. Al final del rodaje, Ariel logró que Matías fuera integrado e incluso hubo rito de iniciación y todo: tirarse en bandeja por un cerro de arena.

Roberto ingresó al colegio Saint George el año 1967 junto a otros 15 “Machucas”. Su padre carpintero, su madre dueña de casa, recuerda que el paso de la Escuela San Marcos de Peñalolén al colegio de elite fue un cambio drástico.

Era otro mundo, y debimos enfrentarlo con nuestras deficiencias académicas, hacer un curso intensivo de inglés antes de entrar porque las clases eran en ese idioma, no todos logramos aguantar el primer año porque la exigencia era bastante, la mayoría de los alumnos nos veía como niños pobres, raros y buscaban la manera sutil de decirnos que nosotros no pertenecíamos a ese lugar, si no hubiera sido por los curas no hubiéramos resistido, nosotros éramos pollitos en corral ajeno.

Recuerda el apoyo del padre Gerardo Whelan, sacerdote de la Santa Cruz, quien fuera rector del Colegio Saint George entre 1969-1973, e inspiró el personaje del Padre McEnroe en la cinta. El economista sostiene que al principio, las diferencias eran sociales y que al egresar, las diferencias eran políticas.

Consultados por los cambios de estos últimos 50 años, ambos coinciden en un diagnóstico más bien desalentador.

Tras el estallido de 2019 tuve depresión, los 30 pesos fueron una excusa, pero el tema de fondo era mucho mayor, me ofrecí de escudero junto a mi hermano en la brigada de salud que había en el Teatro del Puente, vi muchas atrocidades, pero también mucha energía esperanzadora, por fin habrá un cambio, pero bueno todos sabemos cómo terminó ese proceso y cómo estamos ahora, creo que hay una generación en la que sigue latente generar un cambio.

Castillo fue compañero de “los Fantuzzi”, Bernardo Matte y Miguel Piñera, y pese a las desventajas, fue siempre alumno de promedio 6.

En la vida hay situaciones de aprendizaje y esas situaciones hay que aprovecharlas”, les decía siempre el padre Gerardo. “Sumando y restando, fortalecimos nuestra formación y de la timidez inicial pasamos a enfrentarnos con aquellos compañeros que habían sido más discriminadores, recuerdo que una vez encaré a uno y le pregunté por qué siempre me pedía decir mi dirección, para humillarme, porque yo vivía en la población Nueva Palena.

Tras el golpe, Roberto Castillo fue detenido y torturado por ser dirigente poblacional y fue gracias al sacerdote Gerardo Whelan que logró salir del país y estudiar en Estados Unidos.

Me buscó en los centros de tortura y pidió a los militares que me liberan, le decía que tenía una beca de estudio, la Visa y el pasaje, tras dos años pudo concretar mi liberación”, dice. Como reflexión final, Castillo asegura que hoy “nuestros dirigentes políticos no están dando el ancho, yo vengo de una izquierda diferente, hoy se acomodan en el poder sin tener conexión con las bases sociales, en este momento sería difícil hacer algo parecido al plan integrador del que yo fui parte, en los 70 también fue difícil y hoy sigue siendo una necesidad.