La falta de camas en unidades de cuidados intensivos y principalmente de ventiladores mecánicos para los pacientes más graves afectados por #Covid19 ha motivado —y sigue generando— en Chile y en todo el mundo una serie de debates sobre cómo distribuir o asignar de manera adecuada estos recursos en condiciones de emergencia sanitaria y escasez extrema.

Doctor en Filosofía y profesor de Bioética en la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso Álvaro Hevia justifica la decisión ante el lamentable escenario de escasez y pandemia.

Al respecto, el doctor en Filosofía y profesor de Bioética de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso Álvaro Hevia Castillo afirma que en una sociedad en la que se ha establecido la salud como un derecho humano básico, el análisis de esta situación resulta tan complejo como vergonzoso.

Según explica el académico, hoy más que nunca las decisiones políticas históricas que el Estado ha tomado respecto de la salud de los ciudadanos nos llevarán a lamentar la enfermedad y muerte de muchos, evidenciando una brutal desconsideración hacia la dignidad de la vida humana.

En el contexto extremo que vivimos, Hevia es categórico: “La asignación preferente de un bien escaso —como lo es un ventilador mecánico o un cupo en una UCI— es justa en la medida que logre maximizar el beneficio de la comunidad en esta situación de pandemia. Para ello, será necesario priorizar la asignación de estos bienes basándose en las consecuencias que dicha intervención podría tener para ese paciente en particular. Es decir, en el pronóstico”.

Junto con ello, el especialista en bioética precisa que “si bien las decisiones de este tipo son por sí mismas trágicas y exceden el bienestar psíquico de los profesionales de la salud y sus pacientes, la selección es necesaria y debe realizarse de forma éticamente correcta”. Y para que eso sea así, el profesor de la UV sostiene que la participación de los comités de Ética Asistencial es fundamental, dando soporte a los equipos y asistiendo al proceso deliberativo de toma de decisiones.

Altruismo y fragilidad

Álvaro Hevia aclara que esta postura adoptada frente a la necesidad de asignar estos recursos sanitarios se basa en el utilitarismo, teoría ética en la que el valor moral de un acto está dado por sus consecuencias. Así, según explica, lo “útil” (lo bueno o preferible) será el acto cuyo desenlace se traduzca en el mayor bienestar posible para la mayor cantidad de personas.

“Siendo así, estamos frente a un tipo de altruismo en el cual el bienestar personal está supeditado al bienestar social. Desde este punto de vista, es el bien de la mayoría el que prevalece, aunque esto signifique un costo o sacrificio individual. Este sacrificio no es considerado un acto útil en sí mismo, sino en tanto maximice el bien”, argumenta el doctor en Filosofía.

Asimismo, el docente plantea que en este análisis no se puede pasar por alto un aspecto trascendental y que no es otro que el sistema precario de protección sanitaria con que contamos, que a su juicio es algo que subyace a la discusión sobre el criterio de asignación de recursos escasos.

“Esta desprotección propicia la inconcebible decisión de algunos ciudadanos de sacrificar su vida por la de otros rechazando el uso de ventilador mecánico en caso de necesitarlo. Decisiones altruistas de este tipo esconden la fragilidad radical en la que vivimos. En tiempos muy distantes de la Edad de Bronce debemos dejar de romantizar el sacrificio humano y comenzar a exigir a las autoridades de gobierno, la justicia y el respeto a la dignidad que nuestra sociedad necesita. En lo sucesivo, parece perentorio establecer una salud pública basada en el valor de la protección, siendo una bioética crítica absolutamente necesaria en este campo si queremos extirpar de raíz el problema de nuestra salud pública”, afirma el profesor de Bioética de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.