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Internet es una tecnología que nos permite relacionarnos de manera rápida e interactiva, tanto con nuevos contenidos como con otros usuarios de las diversas redes sociales. Debido a la creciente velocidad de conexión, podemos contar con una recompensa inmediata, sin necesidad de largas esperas, y trabajar a la vez con múltiples ventanas en diferentes actividades que nos interesen o motiven. Todo ello resulta atractivo y es muy positivo, siempre y cuando no se dejen de lado otras actividades propias de una vida normal, como trabajar o estudiar, recrearse, hacer deporte, destinar tiempo para compartir con la familia, los amigos, etc.

Y es que, efectivamente, Internet también puede generar adicción. “Tal como es posible desarrollar dependencia con diversas sustancias externas, como el café, el cigarrillo, el alcohol o las drogas, también se puede ser adicto a ciertas actividades, si es que con ellas se experimenta pérdida de control y una clara interferencia con la vida cotidiana”, explica la psicóloga de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico, Carolina Pollmann.

¿Duermes menos de cinco horas por estar conectado? ¿Estás frecuentemente pensando en las redes sociales? ¿Descuidas las obligaciones académicas, laborales y/o familiares por ese motivo? Es probable que tengas un uso problemático con las redes sociales e Internet. Una especialista aborda este fenómeno.

“El tema del uso problemático y la adicción a redes sociales es un área que se está investigando en diferentes universidades en la actualidad. De hecho, se han desarrollado diversas escalas como The Bergen Facebook Addiction Scale (Andreassen, C., 2012), The Internet Adicction Test (Young, K., 1998) y el Generalized Problematic Internet Use Scale 2 (Caplan, S., 2010), las que incorporan algunas variables presentes en el abuso de internet y la conducta adictiva”, agrega la profesional.

La especialista señala que algunas conductas que podrían indicar que estamos haciendo un uso inadecuado o abuso de internet son: dormir menos de cinco horas por estar conectado; estar frecuentemente pensando en las redes sociales; descuidar las obligaciones académicas, laborales y/o familiares por ese motivo; no ponerle atención a otras personas o recibir reproches por no estar; sentirse excesivamente irritado, desanimado o ansioso cuando la conexión falla o se torna muy lenta; no lograr limitar el tiempo de conexión o perder la noción del tiempo al estar conectado; mentir sobre el tiempo real que pasamos conectados; aislarse o bajar el rendimiento producto de estar conectado a internet; y sentirse especialmente activado o eufórico al estar frente al computador, Tablet o Smartphone.

“Si alguna persona se reconoce en una o varias de estas conductas, es necesario que ponga atención y retome el control, de modo que el uso que hace de internet sea beneficioso y no se transforme en abuso o adicción. La diferencia entre una persona adicta y una que no lo es, consiste en que una persona sana se puede conectar a internet por utilidad o placer de la conducta en sí misma, en cambio un adicto lo hace buscando alivio a un malestar emocional, ya sea soledad, aburrimiento, nerviosismo, etc., dependiendo casi exclusivamente de ese estímulo para auto-regularse”, aclara Pollmann.